Molina está situada en la zona noreste de la provincia de Guadalajara, cuenta con una población aproximadamente de unos 4000 habitantes. Su clima se caracteriza por inviernos fríos y rigurosos, y veranos secos y cálidos, con grandes oscilaciones térmicas a lo largo del día, la pluviosidad se concentra en los meses de otoño y primavera. A pesar de su climatología, la ciudad de fundación medieval es el centro de una rica y variada comarca, su estratégica situación de frontera y como señorío independiente al margen de los Reinos de Aragón y Castilla, sus fueros de repoblación y su riqueza agrícola, ganadera y forestal propiciaron el éxito de un asentamiento de carácter urbano que se ha ido manteniendo vivo a lo largo del tiempo.
Según las crónicas romanas de Diodoro, Polibio y Estrabón serán los celtiberos los que aportan cierta identidad a la ciudad poblándola durante varios siglos. Un periodo de desolación transcurre en toda la zona hasta la llegada de los musulmanes y la creación de los reinos taifas en el SXI, es entonces cuando la ciudad de Molina aparece bajo el mandato del rey moro Abengalbón, tributario de Zaragoza y Valencia y buen amigo del Cid según aparece en varias estrofas del cantar. Esta ocupación culmina el año 1129 cuando Alfonso l el Batallador conquista el territorio tras varios meses de asedio. D° Manrique de Lara repoblará estas tierras en 1139 y otorgará fueros que serán reconocidos por el rey en 1154, creando así un señorío independiente durante varios siglos. Van a ser los señores de Lara durante los siglos XII y XIII los que se van a preocupar de engrandecer el territorio con numerosas conquistas y obras arquitectónicas de gran valor arquitectónico como castillos, recintos amurallados, iglesias y conventos, haciendo de Molina una villa medieval con grandes privilegios para las gentes que vienen a poblar estas tierras.
En 1369 Molina pasa a formar parte del reino de Aragón, es Enrique II el que da el Señorío de Molina al francés Duguesclin como recompensa por su ayuda en el fratricidio de Montiel, los molineses que no son partidarios de este acuerdo entregan la ciudad a Pedro IV el rey de Aragón el cual se alza con el poder durante seis años, hasta 1375 es en esta fecha cuando Molina cambia su nombre de Molina de los Caballeros por el de Molina de Aragón, el que todavía hoy conserva.
Un siglo más tarde se vuelve a repetir la historia por el poder del Señorío, cuando enrique IV decide otorgarlo a Beltrán de la Cueva, los molineses se alzan con sus armas y consiguen normalizar la situación como otras tantas veces. Poco tiempo después Isabel la católica concede el privilegio de que Molina siempre pertenecerá a Castilla. Es a comienzos ya del S.XVI cuando en Molina comienza su época de esplendor y desarrollo acaecida por el aumento de población y la explotación de los recursos.
Otro episodio bélico se desarrolla en 1810 con la Guerra de la Independencia las tropas del general Roquet saquearon e incendiaron la ciudad, imperando la desolación y la destrucción hasta que los molineses con la ayuda del Empecinado consiguen expulsar a las tropas hacia la zona de levante, por el valor heroico mostrado Fernando VII y las cortes de Cadiz otorgan en 1812 el titulo de ciudad a nuestra población.
La historia es el legado de la ciudad y de sus que han ido cincelando el devenir de los tiempos a base de esfuerzo y trabajo por su tierra.
Ahora Molina afronta su futuro como una ciudad renovada, moderna, centro de servicios y con una clara vocación hacia la cultura, el patrimonio y el turismo como motores de desarrollo social y económico.
FIESTAS
Varias son las celebraciones de Molina que componen el calendario festivo de la ciudad: el Butrón, la Romería a la Virgen de Hoz, la feria medieval, la festividad del Carmen, las ferias y la Inmaculada.
Se inicia el año con la Fiesta del Butrón, el día 1° de mayo, romería de los molineses a la ermita de la Virgen de la Hoz, la que era costumbre el asistir, al menos un miembro de cada familia además de las autoridades de la ciudad; su origen fue una rogativa a la virgen para que acabaran las numerosas pestes que asolaban el territorio. Hoy se ofrece una gran sardinada para todos los asistentes a la romería.
El domingo de Pentecostés se celebra en el Barranco de la Hoz La Loa a la Virgen, representación de un auto sacra-mental que escenifica la lucha entre el bien y el mal, acaba con el triunfo de bien danzas y alabanzas a la virgen.
Feria Medieval de la Convivencia el tercer fin de semana de junio, en la que se representa parte del Cantar del Mío Cid, divertidas actuaciones de calle, mercado en el casco antiguo de la ciudad y cena medieval en la plaza Mayor.
La festividad del Carmen, día 16 de julio, es una de las más importantes de nuestra ciudad y está declarada de interés turístico regional. Desfile de la cofradía religioso-militar de Ntra. Sra del Carmen escoltando a la virgen por las calles de la ciudad, ataviados con vistosos uniformes en colores blanco y rojo.
Ferias y fiestas del 31 al 5 de septiembre en honor al Sto. Cristo de las Victorias y en recuerdo de las antiguas ferias de ganado que se celebraban en esta ciudad.
Por último para concluir el año o calendario festivo este se cierra con la festividad de la Virgen de la Inmaculada, el día 7 de diciembre, con gran devoción que profesan los molineses a esta virgen, por ello así el Papa León X en 1518 concedió una bula extraordinaria a la ciudad, por la cual la noche del 7 de diciembre se celebra una misa de Gallo: y también se reúnen las familias anticipando la celebración de la Navidad.
Fiestas que despiertan el regocijo y el buen sentir de las gentes de Molina y también de aquellos que nos visitan en esos días.
o.
GASTRONOMÍA
La cocina tradicional molinesa tiene unos rasgos peculiares que justifican por sí solos un viaje a esta comarca.
En muchos de sus pueblos todavía pueden degustarse los típicos productos de «matanza», sus jamones y su exquisito «morteruelo».
Otros platos típicos son los «asados de cordero al horno», los «bolos con morro», las «manitas de cordero con sofrito de tomate», las «setas a la plancha» o al «ajillo» y «las migas».
Las «truchas asalmonadas» de nuestros ríos, se preparan de muy diversas maneras, fritas, escabechadas resultando siempre exquisitas. También son famosas las codornices y perdices a la Bea.
En invierno en el Alto Tajo son un verdadero manjar los platos trufados con trufa negra autóctona, especialmente las calderetas de cabrito. Y para mojar ese pan cocido en horno de leña, que todavía se hace en muchos pueblos.
En el apartado de dulces son famosas las «patas de vaca», los «huevos de dulce» y la «leche frita».